(H)Elena
Esa mañana un amigo me mandó un poema que tenía como título su nombre. Después de despedirnos entré a otra librería y abrí al azar La broma de Kundera (no pensaba comprarlo así como no pienso leerlo) y lo primero que leí fue también su nombre.
Volví unas cuantas veces con chocolates o saludos. Una vez leía a Wilde y no se enganchaba, yo tenía mis hipótesis pero pocas ganas de hablar de literatura así que el tema pasó rápidamente a nombres de bebé, yo insistía en Bautista (como siempre). Otra vez leía una pésima traducción de Othello.
Un día fui y la librería estaba cerrando, ella ya no trabajaba y el dueño me dio el teléfono sin que yo lo pidiera. ¿Qué hacer con ese papel? Y se perdió entre tantos otros.
Ayer esperaba que se desocupara un probador con una pila de polleras en la mano y me puse a jugar con un bebé que sostenía el padre en una de esas sillas-mochilas. Cuando salió la madre del probador era ella.
Pensé que nunca iba a volver a encontrarte, dijo.
Ahora tengo otra vez un papel con un teléfono. La certeza de que va a perderse de nuevo entre tantos otros. Y una gran pregunta sobre la naturaleza de estos encuentros con la gente, cruces.
10 Comments:
El tamaño de nuestras ciudades (Buenos Aires, Sao Paulo, New York, la que sea) nos hace pensar que hay cierta magia en los encuestros casuales. Y quizá no sea tan incierto, la inmensidad conspira contra el azar.
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yo me encontré una vez con una amiga sorda de la infancia y le di mi teléfono. Lo de que era sorda es verdad pero irrelevante.
Relativamente con H o sin ella, los encuentros y casualidades me remontan a un lugar donde jamás sabré demasiado explicarlo...Hablando de Kundera, estaba hojeando su Insoportable Levedad y hablaba un poco de eso (¿por qué le decís no a La Broma?)como las fronteras del ser, aquello inmaculado que se nos presenta..no sé, me atrae muchísimo ese tema.
Te mando un beso!
perdón, la anterior era yo.
Es caprichosa la negativa. Quizá porque La insoportable... me dejó resquemores: creo que es bárbara, hasta la mitad, y que después cae demasiado, quizás por eso, si no, por puro despotismo.
no entendí lo de "sorda de la infancia", es no querer escuchar a los chicos, o al menor que llevamos adentro? alejandro
Sorda, por hipoacúsica, Alejandro. Creo.
Creo que son oportunidades en ambos sentidos esos reencuentros inesperados. En tu caso el deseo de encontrarla estaba y fue concedido.
Eso basta para saber que no todo está sujeto a una voluntad divina o al destino. Uno también provoca esas ondulaciones sobre las aguas.
Sobre los nombres, me gusta mucho Benjamín, pero rima para el traste con mi apellido. Así que vuelvo a decir lo que resolví desde hace unos años: "Sea varón, sea mujer... se va a llamar a Sifón!." De todas maneras, sé que no seré quien tenga la última palabra.
Saludos
este último comment spam encaja perfecto.
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