Tuesday, July 18, 2006

(H)Elena

Cuando la conocí ella atendía una librería de usados de barrio (en la que nadie entraba), tenía unos cuantos años menos que yo y seis meses de un embarazo que tardé casi dos horas en notar de tan flaca que era. Ese día pasamos la tarde entera leyendo una a una toda una caja de postales antiguas que vendían (excepto las que estaban en ruso) y charlando. Compré bastantes y me invitó a que volviera cuando pasara cerca.

Esa mañana un amigo me mandó un poema que tenía como título su nombre. Después de despedirnos entré a otra librería y abrí al azar La broma de Kundera (no pensaba comprarlo así como no pienso leerlo) y lo primero que leí fue también su nombre.

Volví unas cuantas veces con chocolates o saludos. Una vez leía a Wilde y no se enganchaba, yo tenía mis hipótesis pero pocas ganas de hablar de literatura así que el tema pasó rápidamente a nombres de bebé, yo insistía en Bautista (como siempre). Otra vez leía una pésima traducción de Othello.

Un día fui y la librería estaba cerrando, ella ya no trabajaba y el dueño me dio el teléfono sin que yo lo pidiera. ¿Qué hacer con ese papel? Y se perdió entre tantos otros.

Ayer esperaba que se desocupara un probador con una pila de polleras en la mano y me puse a jugar con un bebé que sostenía el padre en una de esas sillas-mochilas. Cuando salió la madre del probador era ella.

Pensé que nunca iba a volver a encontrarte, dijo.

Ahora tengo otra vez un papel con un teléfono. La certeza de que va a perderse de nuevo entre tantos otros. Y una gran pregunta sobre la naturaleza de estos encuentros con la gente, cruces.

10 Comments:

Blogger Mr Montoto said...

El tamaño de nuestras ciudades (Buenos Aires, Sao Paulo, New York, la que sea) nos hace pensar que hay cierta magia en los encuestros casuales. Y quizá no sea tan incierto, la inmensidad conspira contra el azar.

2:42 AM  
Anonymous Anonymous said...

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3:13 PM  
Blogger Desdichada said...

yo me encontré una vez con una amiga sorda de la infancia y le di mi teléfono. Lo de que era sorda es verdad pero irrelevante.

3:59 PM  
Anonymous Anonymous said...

Relativamente con H o sin ella, los encuentros y casualidades me remontan a un lugar donde jamás sabré demasiado explicarlo...Hablando de Kundera, estaba hojeando su Insoportable Levedad y hablaba un poco de eso (¿por qué le decís no a La Broma?)como las fronteras del ser, aquello inmaculado que se nos presenta..no sé, me atrae muchísimo ese tema.
Te mando un beso!

4:50 PM  
Anonymous Anonymous said...

perdón, la anterior era yo.

4:51 PM  
Blogger VerdeTanOscuro said...

Es caprichosa la negativa. Quizá porque La insoportable... me dejó resquemores: creo que es bárbara, hasta la mitad, y que después cae demasiado, quizás por eso, si no, por puro despotismo.

5:34 PM  
Anonymous Anonymous said...

no entendí lo de "sorda de la infancia", es no querer escuchar a los chicos, o al menor que llevamos adentro? alejandro

6:07 AM  
Blogger VerdeTanOscuro said...

Sorda, por hipoacúsica, Alejandro. Creo.

7:50 AM  
Blogger estenoesminombre said...

Creo que son oportunidades en ambos sentidos esos reencuentros inesperados. En tu caso el deseo de encontrarla estaba y fue concedido.
Eso basta para saber que no todo está sujeto a una voluntad divina o al destino. Uno también provoca esas ondulaciones sobre las aguas.
Sobre los nombres, me gusta mucho Benjamín, pero rima para el traste con mi apellido. Así que vuelvo a decir lo que resolví desde hace unos años: "Sea varón, sea mujer... se va a llamar a Sifón!." De todas maneras, sé que no seré quien tenga la última palabra.

Saludos

10:27 AM  
Blogger yo said...

este último comment spam encaja perfecto.

4:10 PM  

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